jueves, 5 de enero de 2017

Un anciano se bebe un vaso de agua del grifo y se empalma milagrosamente tras más de 20 años de inactividad sexual.

  El Ayuntamiento de Cieza emitió un comunicado el pasado miércoles 4 de enero advirtiendo de la peligrosidad que supone en estos momentos la ingesta de agua del grifo en el municipio ciezano: "se notifica a los ciudadanos que se abstengan de beber el agua de la red municipal hasta que se notifique nuevamente la vuelta a la situación de normalidad. El agua de dicha red puede ser empleada sin riesgo para el resto de usos domésticos (cocinar, aseo diario, limpieza, etc) con la excepción referida de su bebida".

   Mientras hordas de ciudadanos en masa preocupados por la caótica situación se disponían a vaciar los estantes de los supermercados y acabar con la existencia de hasta la última gota de agua embotellada, Paco Salmerón, un hombre de 83 años vecino del casco antiguo, desafiaba al destino bebiéndose un vaso de agua del grifo a eso de las 10 de la noche, varias horas después de conocer la notificación oficial de Aguas de Cieza y el Ayuntamiento Local. —Yo en mi juventud me llegué a beber hasta el agua de los charcos. Eran tiempos duros. Antiguamente pasé mucha hambre y mucha sed, así que si a las 10 de la noche, con las tiendas ya cerradas y yo con las zapatillas puestas, me entra sed, pues me bebo hasta el agua del váter si hace falta. No me voy a acojonar yo ahora porque digan que el agua del grifo es
mala.— asegura Paco.

  Un día después de poner en riesgo su salud, lo sorprendente no solo es que Paco continúe con vida, sino que ha amanecido esta mañana con algo que llevaba casi una década sin ver: UNA ERECCIÓN DE CABALLO.

  —Me despierta mi mujer y me dice: «¡¿Nene, qué haces con la tienda de campaña puesta?!»; y abro los ojos y digo «¡¡AAAARREA!! ¡Nena, que tengo la chorra como un telescopio apuntando a Saturno!»— relata Paco entre sonrisas.

  Hemos podido hablar también con Maruja, su mujer, que nos ha hablado del empalme de Paco desde un punto de vista optimista y rentable. —Esta mañana he tenido que llamar a mis hijos para que calmaran a su padre y al final lo hemos tenido que atar a una silla. Al principio me he sorprendido, porque la última vez que vi eso levantarse fue en verano del 96, y claro esta vez se ha levantado en proporciones más bíblicas. Yo ganas de hacer el sexo ya hace años que no tengo, así que le he dejado claro que nada de chuchuchú.— afirma tajante Maruja. —El pobre tiene que mear subido a una escalera, y conforme va andando por la casa me va tirando los portarretratos y me está esportillando los marcos de las puertas. Todavía no mantiene bien el equilibrio con eso colgando, pero seguro que enseguida se va acostumbrando. Pero él está muy contento. Como tenemos una tele de las antiguas, dice que así ya no le hace falta levantarse para cambiar de canal. Yo estoy pensando incluso en atarle ahí al cimbrel un plumero y que me limpie las lámparas, que yo ya no llego. — Maruja se muestra optimista.

  Una vez que se ha extendido la noticia entre los vecinos, los supermercados se han llenado de pensionistas que querían devolver las 600 garrafas de agua que compraron la tarde anterior porque ya no les hacían falta.

  No obstante, el Ayuntamiento insiste en seguir las recomendaciones de la Dirección General de Salud Pública de la Consejería de Sanidad.